Mensaje del Hermano Ernesto Sánchez, Superior General, para la fiesta de san Marcelino Champagnat que se celebra este 6 de junio de 2018

El pasado 18 de abril, día en que con- memoramos el 19º aniversario de la canonización de San Marcelino, me encontraba por coincidencia en N.D. de L’Hermitage. El H. Luis Carlos y yo quisimos hacer juntos esta primera visita, desde nuestra elección para el servicio de Vicario y Superior generales. Fue una alegría para nosotros pasar allí unos días, encontrarnos con la comunidad, convivir con algunos grupos y, particularmente, tener la ocasión de acercarnos de nuevo al corazón de Champagnat.

     Pasé un tiempo en la habitación de Marcelino y, al murmullo del Gier que percibía agradablemente a través de la ventana entreabierta, pude escuchar y meditar. Imaginé las horas que Marcelino dedicó al silencio y a la oración en ese lugar, además de tomar su descanso cada noche. Contemplé a un lado su escritorio, en el cual pasó tantas horas leyendo, escribiendo reflexiones o redactando cartas a los hermanos y a las autoridades… al abrigo de la mirada tierna de la Buena Madre que lo acompañaba. Ahí, en la quietud del silencio, le pedí su protección, su inspiración, su ayuda para que hoy seamos capaces de recrear su sueño en este momento de la historia que nos toca vivir.

     Resonaron en mí con fuerza las llamadas del reciente Capítulo general, inspiración de Dios para vivir el carisma y la misión en nuestros días: ser familia global, ser faros de esperanza, ser constructores de puentes, ser rostro y manos de misericordia… caminar con los niños y jóvenes marginados de la vida, responder audaz- mente a las necesidades emergentes. Pensé en Marcelino junto a los jóvenes, en sus ojos atentos y su corazón compasivo. Recordé lo que dijimos en el Capítulo: “Creemos en la Misión evangelizadora que nos urge a responder al clamor de los niños y jóvenes de forma nueva y creativa para hoy”. Sí, como lo hizo Champagnat. Su atención al mundo juvenil, en el contexto de su tiempo, lo llevó a desinstalarse de su estatus, de sus privilegios sacerdotales, de sus ideas previas; a moverse de su casa rectoral primero, del pueblo de La Valla después; y a responder con creatividad abriéndose a opciones inéditas, dando soluciones audaces, recreando el sentido de ser religiosos-hermanos.

     Las generaciones jóvenes de hoy, como las nuestras lo hicieron en su momento, aportan novedad y creatividad. Cuentan con muchos rasgos positivos, junto con elementos de fragilidad, como fue nuestro caso. Son capaces de conectar fácilmente entre ellos y de crear relaciones, aunque a veces parecería que temen profundizarlas y hacerlas duraderas; construyen con desenvoltura redes solidarias y son capaces de acciones altruistas, teniendo que luchar contra todo aquello que los lleva a centrarse demasiado en ellos mismo, en una sociedad que favorece el egocentrismo y la indiferencia; hay signos de su sed y apertura a la experiencia interior y espiritual, aunque manifiestan dificultad hacia el tema institucional; la era digital es su mundo (y el nuestro) y les abre a innumerables posibilidades, a la vez que les puede amenazar el riesgo de la despersonalización…

     Me pregunto ¿cómo hacer para poner- nos más a su escucha y hacer camino junto con ellos, siguiendo a Champagnat que los buscaba en las calles, en las aldeas y caminos? ¿Cómo convertirnos más en discípulos y así aprender a su lado, reinventando la presencia amorosa entre ellos que Marcelino nos propuso? ¿Cómo lograr conectarnos más con ellos, utilizando lenguajes adecuados y accesibles, en la línea de nuestro Fundador, su adaptación, su búsqueda de pedagogías nuevas, su apertura a misiones inexploradas?

     Próximamente se llevará a cabo el Sínodo bajo el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Con este motivo, el pasado mes de marzo en Roma, el Papa Francisco, se puso a la escucha de un grupo internacional de jóvenes, quienes expresaron su sentir y sus inquietudes. En este encuentro fuimos invitados a hacernos presentes como congregación (tenemos la noticia y el acceso al documento en nuestro Sitio Web). Me viene a la mente también aquel día en que, durante el Capítulo general, compartimos con un grupo de jóvenes procedentes de los tres países de la Provincia Norandina. Dos días antes de estar con nosotros, habían esta- do reflexionando juntos y en conexión con jóvenes maristas de todo el mundo. Los escuchamos, nos presentaron sus inquietudes, nos contagiaron de dinamismo e ilusión, nos interpelaron.

     Esta experiencia de encuentro con los jóvenes, junto con la visita que realizamos a los barrios pobres y marginales de Medellín, incluyendo algunos centros de atención a jóvenes en situaciones difíciles, marcaron con fuerza la reflexión de la asamblea capitular. Hemos expresado que creemos “en nuestra presencia comprometida, preferencial y coherente entre los niños y jóvenes en las periferias geográficas y existenciales”, y que “creemos en la promoción, protección y defensa de los derechos de los niños y jóvenes, y en su empoderamiento como agentes de transformación”.

     Hoy contamos en el mundo Marista con un gran número de centros educativos, en forma de escuelas, universidades u obras sociales, y animamos con entusiasmo los movimientos juveniles en muchas partes… ¿Con qué medios concretos priorizamos a los más necesitados de aquellos que están en nuestros centros? Y, aún más, ¿en cuántos de estos centros logramos llegar a los jóvenes de las periferias geográficas o existenciales? ¿Qué nuevos pasos tendríamos que dar para llegar a ellos? ¿Qué estructuras podríamos fortalecer para la promoción y defensa de sus derechos?

    Marcelino supo identificar a esos jóvenes marginados, los acogió, acompañó y dio una respuesta. Mi deseo y reflexión, al celebrarlo en este 6 de junio, es que redescubramos sus ojos atentos y su corazón compasivo. Y, a la luz de ello, revisemos cómo es nuestra mirada y nuestra actitud de acogida hacia la generación joven, así como nuestro compro- miso concreto por quienes se encuentran en las periferias.

     Que la pasión de Champagnat y de los primeros hermanos anime nuestra entrega cercana, acogedora y comprometida entre los jóvenes de hoy. Muchos hermanos han vivido esta entrega de manera ejemplar. Y me permito recordar en esta fecha al H. Henri Vergés que dio su vida por los jóvenes argelinos y cuya beatificación celebraremos este mismo año. Su testimonio nos lleva a recordar particular- mente a quienes viven su misión en países con situaciones preocupantes como Siria, Sudán del Sur y otras zonas del mundo en conflicto… motivo para orar en comunión con ellos al celebrar a nuestro Fundador.

     Que cada uno de nosotros, Maristas de Champagnat, seamos capaces como él de mirar con ojos atentos y mostrar un corazón compasivo. Que nuestra Buena Madre nos inspire y acompañe en esta misión, como lo hizo con ellos. ¡Feliz celebración de nuestro Fundador!

H. Ernesto Sánchez