Si preguntáramos a nuestros alumnos y chavales, familias o compañeros que nos expusieran una posible definición de la palabra “consigo” no faltaría posiblemente la que hace referencia a la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo conseguir.

Nos pasamos la vida intentando conseguir…; conseguir un empleo; conseguir una buena nota en el examen; conseguir un mejor teléfono móvil; conseguir sobrevivir; conseguir una relación de pareja; conseguir un mejor coche; conseguir… conseguir… conseguir. Conseguir tantas cosas o situaciones tan diferentes dependiendo de la situación vital por la que se atraviese.

Estamos viviendo una situación desde nuestras propias familias, nuestra ciudad, en nuestro país o países extranjeros, en la que conseguir una vida mejor se ha convertido en una máxima prioridad. Situaciones de extrema pobreza, guerras civiles, desempleo, desestructuración familiar o la violencia que se manifiesta entre iguales…, son situaciones sobre las que tenemos la responsabilidad de actuar y comprometernos socialmente.

Vivimos en la era del empoderamiento, lo escuchamos a diario en diferentes foros sobre innovación social, pero a veces, pasamos por alto la importancia de este concepto que hoy más que nunca adquiere un especial protagonismo. Y es aquí donde adquiere mayor importancia la segunda definición que ‘consigo’ adquiere como la forma del pronombre personal reflexivo en tercera persona ‘sí’ que se usa cuando es término de la preposición ‘con’.

‘Consigo’ como proceso de empoderamiento en acción social se refiere al proceso por el cual se aumenta la fortaleza espiritual, política, social o económica de los individuos y las comunidades para impulsar cambios positivos de las situaciones en que viven. Implica el desarrollo en los beneficiarios con los que trabajamos, de una confianza en sus propias capacidades, un compromiso en la formación personal y una corresponsabilidad con las relaciones que se establecen.

Sería absurdo negar que la atención por cubrir las necesidades básicas de las personas más vulnerables de nuestra sociedad; alimentación, ropa, higiene, condiciones mínimas de salud o vivienda digna, no deba ser una máxima prioridad para los Organismos Públicos primeramente y para Asociaciones, Fundaciones y ONG del Tercer Sector que actúan fundamentalmente en este aspecto.

Nuestra identidad marista nos empuja y compromete a dar un paso más y atender las necesidades sociales y educativas necesarias e imprescindibles para una vida digna que toda persona en situación de riesgo y exclusión social anhela conseguir. En este punto ‘consigo’, adquiere una mayor relevancia ya que coloca a la persona que se acompaña como protagonista máximo en su proceso de autonomía, de desarrollo y de empoderamiento.

Si algo nos debe caracterizar y distinguir es que en nuestra acción social como maristas el ‘consigo’ es fundamental, ‘consigo’ es el proceso a través del cual una vez identificadas las necesidades de un sector poblacional concreto, ayudamos en la disminución de la vulnerabilidad a través de herramientas que hagan más autónoma a la persona y donde ella misma autogestione esas necesidades.

El año 2015 está siendo un año de grandes retos, compromisos y experiencias que se están poniendo en marcha. No tenemos porque ocultar la sensación de estar de enhorabuena y que la Fundación Marcelino Champagnat sigue creciendo desde que se constituyera en mayo del 2012, con el fin y objetivo primordial de estar comprometidos fuera de nuestros muros colegiales, con sectores de población en situación exclusión social.

El proyecto ‘Corazón Valiente’ en Jaén de acompañamiento familiar y prevención del absentismo escolar, violencia en el seno de la familia y trastornos de conducta infantil; la escuela SUMAN2+ en Málaga, encuadrada bajo el marco europeo de Escuelas de Segunda Oportunidad, donde se ofrecerá una capacitación y formación laboral a jóvenes enfocada en el autoempleo y emprendimiento social; o el Programa Áncora como apéndice y complemento al Hogar Champagnat en Torrente, ofreciendo viviendas de ayuda a la emancipación de jóvenes extutelados por la Administración Pública. Junto con todos los proyectos u obras sociales maristas existentes desde hace muchos años, nos hace sentirnos, como hemos dicho anteriormente, estar de enhorabuena y esto no sólo está siendo posible porque en nuestra acción social ‘consigo’ sea el mayor protagonista sino porque ‘contigo’, sin ti, no sería posible.

Cuando se une consigo y contigo, cuando se une él con el nosotros, todo adquiere un matiz diferente, consigo adquiere rostro, tiene capacidades, lo consigue con su esfuerzo y con nuestra ayuda y apoyo. Los grandes proyectos, las grandes empresas en la vida, los grandes caminos… comienzan con esa palabra, contigo… sencilla, pequeña, humilde, que cuando se une a consigo adquiere todo un matiz de equidad, corresponsabilidad y compromiso social.

‘Consigo, Contigo’ representa el compromiso por construir un Mundo Mejor pero sobretodo encierra el compromiso que nos incluye a todos por continuar con el sueño del Padre Champagnat de evangelizar y educar a los más necesitados de nuestra sociedad. En este segundo año de preparación al bicentenario del Instituto Marista, el año Fourvière conmemora ese compromiso que; “el 23 de julio de 1816, doce jóvenes (cinco de ellos recién ordenados sacerdotes el día anterior) decidieron subir los 800 escalones que dirigían a la cima donde se encontraba el antiguo Santuario Mariano de Fourvière, no se podían imaginar que ese gesto llegaría a tener tanta repercusión casi doscientos años después. Arriba, ante la Buena Madre y, antes de separarse, querían sellar el compromiso que habían tomado como grupo”.

Es ahora cuando tú, yo y el otro…, consigo, contigo, entre todos… tenemos la responsabilidad de continuar avivando dicho compromiso y que lo nuevo sea posible.

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