I EXPERIENCIA DEL RETIRO DE HERMANOS Y LAICOS
Yo tenía un gran deseo de participar en este retiro por varias razones: Me gusta mucho la manera de dirigirlo por parte del grupo que se ha hecho cargo de llevarlo adelante. Me ha gustado el enfoque del mismo sobre la Misericordia. Me ha gustado por los momentos de reflexión y oración personal. Me ha gustado mucho porque es muy dinámico y muy participativo. Me he alegrado mucho por el número de hermanos que hemos asistido y porque veo que va creciendo la participación. Me gustan este tipo de retiros por la mezcla de hermanos y laicos y la riqueza que supone el compartir entro todos. Para mí, un retiro donde no se comparte, no me ayuda; si bien es cierto que el provecho de un retiro está en el talante personal con que se afronta. Me ha gustado el retiro y me gustó el que se hizo hace dos años, por la posibilidad de compartir entre hermanos y laicos.
Esta riqueza no se puede perder, me ha gustado por los momentos de oración personal, por los momentos de contemplación ante los iconos sobre la “Misericordia”. Me ha gustado el poder recuperar el libro en soporte informático de Henri J.M. Nouwen, “El regreso del Hijo pródigo”. Me ha gustado mucho y me ha ayudado la vivencia en pequeñas comunidades donde hemos podido compartir con mucha profundidad, ha sido una riqueza tanta vida que se ha puesto al alcance de los miembros del grupo, ha sido una bendición de Dios, y me han edificado mucho algunas de las exposiciones en los pequeños grupos.
También quiero decir que los retiros que he hecho en los últimos años en el Noviciado con ocasión de las profesiones de los Hermanitos novicios, han sido para mí muy valiosos. Han sido retiros con este mismo talante y muy participativos. Doy gracias a Dios por estas oportunidades que se nos brindan de vez en cuando.
H. Fernando Hinojal (Sevilla)

Experiencia del retiro.
Retiro de hermanos y laicos maristas en La Zubia (Granada).
Entre los días 3 y 7 de agosto nos reunimos en La Zubia, en una modesta casa de formación un grupo de unas 30 personas aproximadamente de muy variada composición: hermanos maristas (de distintas edades y distintas responsabilidades), animadores de grupos, miembros de fraternidades y laicos de los grupos de hermanos y laicos de diferentes colegios. Estuvimos representados casi todos los colegios de la Provincia Mediterránea de la zona española (Badajoz, Huelva, Bonanza, Málaga, Sevilla, Jaén, Granada, Murcia, Algemesí, Denia y Valencia) y como todo encuentro compartido es un momento especial para recargar las pilas y compartir vida.

Partiendo del tema que ha sido centro de la Iglesia, la Misericordia, fuimos trabajando en momentos de reflexión personal y otros de compartir en grupo, cómo la Misericordia había entrado en nuestras vidas y qué espacio le estábamos dejando; el momento final nos llevó a aterrizar en la misericordia vista desde el Padre Champagnat, la misericordia al estilo maristas, esas pequeñas virtudes que tanto recomendaba Marcelino y que siguen estando vigentes en nuestros días. ¿Cómo olvidarlas? ¿cómo renunciar a ellas?
La vida compartida en estos 4 días nos ha dejado la huella de que el Amor es la base de nuestro día a día, que la Misericordia requiere de nosotros cuidado, atención, disponibilidad,… tanto de hermanos como de laicos, en el lugar en el que nos encontremos.
Desde estas líneas agradecer al Secretariado de Laicos, en concreto a Alfredo, Anabel y al hermano Ventura por darnos esta oportunidad un año más. Gracias a las familias de Alfredo y Eva y de Carmen y Pepe por dejarnos disfrutar con la presencia de sus niños que, como dijimos en la evaluación final, tanto nos aportan en un ámbito que no es el del cotidiano colegio. En fin, gracias a cada uno de los allí presentes pues sin nosotros, sin nuestro interés por profundizar con los hermanos en el carisma de Champagnat, estos retiros no serían posibles.
A todos los que tengáis inquietud por esto os invito a que el año que viene (si Dios quiere) os unáis a nosotros; cuanta más vida, más riqueza, más siembra y más fruto.
Ana Merino. (Valencia)

Tras el retiro de hermanos y laicos celebrado en La Zubia en torno a «La misericordia. La caricia de nuestro Padre-Madre Dios», quiero compartir con vosotros la siguiente reflexión.
El retiro ha sido para mí, cinco días de vida compartida en comunidades mixtas, donde hermanos y laicos nos hemos escuchado y hemos expresado nuestras vidas, nuestros deseos y temores a la luz de Dios, que estaba presente entre nosotros. Siento la esperanza de no sentirme sola ante este nuevo comienzo, pues somos muchos y cada vez seremos más, los que vamos caminando siguiendo a Jesús con un estilo, con un carisma, el de Champagnat.
Tras estos días de retiro quiero ser más consciente.
La contemplación del icono del Padre Misericordioso, me hizo experimentar la paz infinita que Dios te da cuando llegas a Él exhausto, agotado, derrotado, hundido. Sentir la caricia de sus manos en mi espalda, la calidez de su pecho en mi cara, la fuerza de su amor incondicional, me hizo abrir los ojos, y querer mirar y sobre todo expresar a mis hermanos esa dulzura en la mirada, esa caricia en el tacto y ese amor incondicional que, sin juzgar, simplemente ama. Siento que el amor de Dios me abraza y me estruja para que pueda contemplar desde Él todo el amor que abarca, a tantos y tantos que desde Él amo.
Siento que el ser consciente empieza por la mirada. Dejar de cerrar los ojos ante lo hostil o querer pasar de largo frente a lo farragoso. Estar atenta. Conmoverme.
El icono del Buen Samaritano, que acompañó a nuestra comunidad durante el retiro, me hizo ver con claridad. Ver la necesidad del hermano: su dolor, su rabia, su angustia, su impotencia, su desesperanza, hace que mi corazón se conmueva y vaya a su encuentro, me preocupe por él.
Compasión. Ponerme en marcha.
Sentir como mis manos, mis pies, mi boca, mi oído, mi pensamiento, toda yo, puedo estar a su servicio, aquí y ahora, para poder ser yo con Él en el momento presente. Siento que compasión, amor, ternura están en mí para que puedan ser de otros. Complicándome, maravillosamente, la vida.
Como Marista me siento llamada a estar con aquellos que peor lo están pasando, especialmente niños y jóvenes, que viven alejados de la misericordia. Mi compromiso es no darme jamás por vencida, como el Padre, infundiendo valor para mirar el futuro con esperanza.

Anabel Pérez (Murcia)