Raúl Fernández, Educador Social de la Obra Social Marista Proyecto Anclados, Córdoba

Antes de nada, para mí, la vocación es aquello a lo que Dios me llama en mi vida en general. Y Dios me llama a ser feliz construyendo Su Reino. Como cristiano me siento llamado a dar respuesta a esa llamada de alguna manera, y la que he encontrado, por mis años en el colegio, es desde el carisma marista.

Mi vocación, actualmente, la vivo en dos vertientes fundamentalmente, aunque como la vocación debe vivirse en cada momento, en cada aspecto de la vida. Las dos vertientes son mi trabajo y mi labor como catequista.

Mi trabajo como Educador Social de la Obra Social Marista Proyecto Anclados, me facilita mucho responder a la llamada que Dios me hace de servir a los más pobres (“venid benditos de mi padre”). No es una labor sencilla, porque las historias de vida que llegan y a las que tengo que dar alguna respuesta, son complicadas. Pero, si es cierto que mi trabajo lo considero un regalo de Dios porque me permite desarrollarme profesionalmente, respondiendo a la llamada del Padre y desde el carisma marista. Quizás es el sentir mi trabajo como una vocación, lo que hace que quiera ser el mejor educador posible, que intente dar el máximo y hacer lo posible para mejorar la vida de los menores y adultos con los que trabajo.

Y mi labor como catequista la vivo desde el servicio a una pastoral, en este caso la de Córdoba, y a unos jóvenes, a los que intento transmitirle de la mejor manera que sé que Dios les ama y que les ama con locura, porque así es como yo me siento amado por Dios.

Dificultades hay muchas, sobre todo, en los momentos cuando no eres capaz de discernir que es lo que Dios quiere de ti, momentos en los que estás perdido porque no sabes qué responder o porque no te gusta lo que el Padre te está pidiendo.

Unas de las decisiones importantes que afronté para el desarrollo de mi vocación en lo laboral, fue tener que cambiar de carrera, porque es una situación que tomé como un fracaso en mi vida. Porque me di cuenta que era muy complicado desarrollarme profesionalmente una vez terminé de estudiar. En ese momento y aún, a veces, lo pienso si no me equivoqué en la decisión tomada. Luego, estoy con los niños de Anclados, o cuando hice las prácticas, y me reafirmo en que este es mi sitio, cuando noto el cariño que me transmiten, la sensación que me llenan mucho más ellos a mí que yo a ellos.

Tengo muchas personas que son para mí referentes de vocación, por su manera de intentar llenar de Dios cada decisión, cada nuevo proyecto que emprenden, como son Juanvi, Laura, Lola, Luis, Ana…

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