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Champagnat, oídos atentos, corazón audaz. (Mensaje del H. Ernesto, Superior General).

Queridos Maristas de Champagnat: Este 6 de junio celebramos con alegría la fiesta de San Marcelino Champagnat. Es una importante ocasión para dar gracias por la vida y misión de nuestro Fundador y por ser beneficiarios del don del carisma Marista. Es un regalo del Espíritu, entre- gado a la Iglesia y al mundo, que nos da vida y que estamos invitados a mantenerlo vivo y a compartirlo. Somos parte de una historia institucional sorprendente. Historia que se inició con un joven sacerdote, de 27 años de edad, que fue capaz de leer los signos de los tiempos, de percibir las intuiciones del Espíritu y de ir adelante respondiendo con creatividad. En un contexto de postrevolución, al darse cuenta de las necesidades de los jóvenesde La Valla y sus alrededores, Marcelino fue confirmando la intuición que ya sentía desde el seminario de iniciar un Instituto dedicado a la educación y evangelización de la juventud, particularmente de los más vulnerables y necesitados. Marcelino, un líder que cuidaba la vida y generaba nueva vida marista La historia nos recuerda que, en los inicios del Instituto en La Valla, a Marcelino le absorbía mucho tiempo la animación de la casa de los hermanos con quienes pasaba los recreos y los ratos que le permitían las tareas de su ministerio parroquial. En cierto momento, reconoce que el tiempono era suficiente para acompañar esta comunidad naciente de religiosos educadores. De ahí que, movido por el gran afecto que sentía por sus hermanos y por la necesidad de hacerse más presente entre ellos para acompañarlos, decide irse a vivir con ellos. Cuando se lo manifestó al señor cura párroco, este no escatimó esfuerzos para disuadirlo... Marcelino sabía que al hacerse uno más entre ellos, practicando primero él lo que les decía, era el mejor medio para encariñarlos con su vocación. Así que, obtenida la autorización, dejó la casa parroquial para establecerse con los hermanos. (Cf Vida, pp. 76-77). Esta acción de nuestro Fundador nos ha marcado desde los inicios. Hemos heredado un estilo de liderazgo por el que, antes que pensar en sí mismo, pensaba primero en el proyecto que Dios le dictaba en su corazón así como en las personas y su cuidado. Marcelino vivió un servicio de liderazgo dedicado a cuidar la vida y a generar nueva vida, como indica el lema que hemos profundizado a lo largo de este Año de las Vocaciones Maristas, que iniciamos el 20 de mayo de 2022. Contamos con la experiencia de un Fundador que fue capaz de animar, acompañar y formar con entusiasmo y constancia a quienes sentían la llamada de Dios para vivir la vocación Marista. En los momentos de crisis, que no faltaron, fue capaz de ir adelante mostrando su total confianza en Dios y en María, nuestra Buena Madre. Recordemos que, hace poco más de 200 años, entre los años 1819 y 1822 se vivió un tiempo de crisis y de resurgir vocacional. Marcelino continuaba atento a las intuiciones que el Espíritu le dictaba en su corazón y, aun cuando había situaciones de dificultad, de contradicción e incluso de bloqueos, él fue capaz de seguir adelante con gran fe y confianza, gracias a sus oídos atentos y a su corazón audaz. Siempre recordaba y reconocía que este Instituto no era su obra, sinoobra de Dios y de María. Esta experiencia histórica es un don para nosotros y nos inspira en nuestros días. Vivimos momentos difíciles, tanto en el Instituto y en la Iglesia, como en el mundo. Estamos invitados a poner nuestra máxima atención para percibir las intuiciones del Espíritu e ir adelante, como lo hizo Marcelino. Para ello es necesario continuar profundizando la interioridad y espiritualidad, de manera personal y como grupo. Las Constituciones nos recuerdan que, “en la meditación, cultivamos el silencio interior que nos permite escuchar a Dios en lo más hondo de nosotros mismos” (Const. 48). Marcelino, como líder, cuidaba la vida tanto de los hermanos como de los niños y jóvenes que atendía en la misión. Promovía el cuidado de las comunidades y de las escuelas que se fundaron. Ponía especial atención a los enfermos, así como a los niños y jóvenes vulnerables que encontraba. Su entrega incansable generaba entusiasmo y compromiso en las personas que se encontraban con él. A través de su testimonio y acción fue capaz de generar nueva vida. El Año de las Vocaciones Maristas A lo largo de este Año de las Vocaciones Maristas, se han organizado diversas actividades en las Provincias y Distritos para fomentar el cuidado de la vida marista y para generar nueva vida marista. Se han realizado diversos programas de formación permanente para hermanos de todas las edades. Se continúa llevando a cabo el fórum internacional de la vocación marista laical cuya etapa presencial se realizó en Roma, en noviembre del año pasado, con una excelente participación de hermanos y laicos maristas. Se continúan generando diversos tipos de conexión y redes para animar la vida y la misión maristas. Se ha reflexionado sobre la manera de acompañar a la juventud de hoy y, en línea con una cultura vocacional, se busca apoyar la búsqueda vocacional de cada uno poniendo una atención particular en quienes sienten la vocación marista. Todo esto con el objetivo de “redescubrir la pasión original que nos inspiró a ser maristas” y que nos lleva a proclamar “¡Vale la pena ser marista hoy!” Agradezco a los Secretariados de Hermanos Hoy y de Laicos su labor de animación a lo largo de este año, así como a todos los equipos y personas de las Provincias y Distritos que se han comprometido a llevar a cabo las actividades vocacionales. Continuemos haciendo equipo, compartiendo ideas y actividades, de manera que sigamos apoyándonos unos a otros. La invitación es a que, tras concluir en el día de hoy este Año de las Vocaciones Maristas, le demos continuidad. Seguir con entusiasmo y energía cuidando la vida y buscando las mejores maneras para generar nueva vida marista. Poner atención en cuidar nuestra vocación personal y la de los demás, es la mejor manera para generar nueva vida, de lo contrario, difícilmente se generará algo. Vivir la misión con creatividad y pasión Creemos que el don del carisma marista sigue vivo y actual en nuestros tiempos, y estamos invitados a adaptarlo a los tiempos actuales. Continuemos abiertos a las intuiciones que el Espíritu nos está dictando, en el contexto actual y a través de los signos de los tiempos que vivimos. No tengamos miedo de acoger la novedad, así como de cambiar y transformar aquello que sea necesario, tanto en la manera de vivir nuestra vocación como en la forma de llevar a cabo nuestra misión. Los jóvenes nos esperan como testigos vivos de Jesús, transparentes y cercanos. Estamos invitados a continuar nuestra misión entre los jóvenes con pasión y creatividad, buscando hacer de cada uno de nuestros centros educativos y sociales un hogar de luz que cuida la vida y genera nueva vida. Estamos llamados a continuar con entusiasmo y entrega este sueño y esta fraternidad de Champagnat, al servicio de los más necesitados, como hoy encontramos en tantos niños que sufren las necesidades emergentes de la guerra, la postpandemia, la pérdida de sentido de la vida, la carencia de escuelas, la desconexión, etc. En manos de María Encomendamos la vida y misión de nuestro Instituto a María, Nuestra Buena Madre. Ella nos sigue inspirando: “Fiel al nombre que llevas, deja que María inspire y modele tu espiritualidad” (Regla de Vida, 28). Ella fue capaz de descubrir en su interior la presencia de Dios y de reflejarla en la vida coti- diana, sintiéndose fortalecida sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor. Como Maristas de Champagnat, María nos anima, nos inspira y nos hace sentir su presencia cercana. Recordemos que “esta es su obra”, como tantas veces nos lo repitió San Marcelino. Sintamos la cercanía de San Marcelino, que sigue vivo hoy en cada uno de nosotros, inspirándonos con sus oídos atentos y su corazón audaz. ¡Feliz fiesta de San

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A las mujeres maristas de la Provincia Mediterránea (Carta Abierta VII)

¿VES A ESTA MUJER? “Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies. Ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume." (Lc. 7, 44-47) A las mujeres maristas de la Provincia Mediterránea Estamos en pleno mes de mayo, mes dedicado especialmente a la Buena Madre en nuestra tradición marista. Deseo con todo el corazón que la figura de María ilumine la vida y misión de la Provincia Mediterránea.  “Ya sabéis a quién hemos de pedir esas gracias - decía Marcelino Champagnat-, a nuestro recurso ordinario. No temamos acudir a ella demasiado a menudo, pues su bondad y poder no tienen límites, y el tesoro de sus regalos es inagotable”. El calendario religioso nos invita hoy a invocar a María bajo la advocación de Nuestra Señora de Fátima y dirige nuestra mirada hacia la historia de tres niños pastores – Lucía, Jacinta y Francisco – cuyas vidas fueron bendecidas por la presencia amorosa de la Madre. Aprovecho el contexto de este mes dedicado a María para dirigirme a toda la provincia y, especialmente, a todas las mujeres que os sentís maristas y formáis parte importante de nuestra familia carismática. Es una buena ocasión para agradecer vuestra presencia, reconocer vuestra pasión evangelizadora y reflexionar en torno al papel de la mujer en nuestra provincia y, con una mirada más amplia, en toda la Iglesia. Primera superiora María no es un modelo exclusivo para las mujeres sino para todas las personas, hombres y mujeres, que empeñan su vida en el seguimiento de Jesús. La fuerza de su testimonio reside en su capacidad de escucha y puesta en práctica de la palabra de Dios. Por eso, cuando una mujer de entre la gente se dirigió a Jesús gritando: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”, Jesús respondió: “¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!” (Lc.11,27-28). Nos acercamos a ella como referencia de nuestras vidas, como madre y discípula. “DONDE TU VAYAS, Regla de Vida de los Hermanos Maristas”, expresa esto mismo con mucha claridad y belleza en el número 42: María es madre y, a la vez, discípula. “Guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51).Este discipulado, labrado día a día,hace que lo cotidiano no agote sus perspectivas.Se desplaza más allá de los confines de su hogar,para incorporarse a la comunidad apostólica (cf. Hch 1,14).La presencia de María como hermana en la feaporta la calidad y calidez materna del hogara la naciente Iglesia. Marcelino Champagnat, fundador de una congregación religiosa masculina, consideraba a María, mujer y laica, como primera superiora de su proyecto. Siguiendo tras sus huellas, nosotros nos sentimos llamados a ser el “rostro mariano de la Iglesia”. Me felicitarán todas las generaciones María nos ofrece un modelo de mujer activa y participativa, muy lejos de la sumisión o del desempeño de funciones secundarias. Frente al misterio de Dios responde con el dinamismo y la lógica del amor, comprometiendo toda su vida. Así, el cántico de María se convierte en la mejor síntesis de su programa de vida, en una declaración de amor y de fe firme en el buen Dios que acompaña la historia humana. María proclama en el Magníficat la grandeza y la fortaleza de Dios. Una grandeza que tiene que ver con la misericordia y la liberación de los hombres y de los pueblos, no con títulos ni reconocimientos. Una fortaleza que no es la de los imperios dominantes, sino la del compromiso a favor de los débiles, los hambrientos y olvidados. El Magníficat es una invitación a orientar nuestra existencia hacia la misión de hacer visibles en el mundo los valores del Reino de Dios anunciado por Jesús. Y a hacerlo hoy y aquí, en el contexto concreto de la Provincia Marista Mediterránea. Muy a menudo esto supondrá nadar contra corriente, abandonar posturas complacientes y vacías de crítica, reconocer que también a nosotros nos ensucian los imperativos de un mundo enfermo de poder y sobrado de individualismo. Y de una Iglesia anestesiada por el clericalismo y frecuentemente agazapada en las estrecheces de la sacristía. Tendremos que reconocer que también hoy, en nuestra querida Iglesia, se sigue discriminando e invisibilizando a la mujer y a otros colectivos. María es la mujer a la que todos felicitarán porque puso su vida en las manos de Dios y se convirtió en signo y anuncio del Reino. Este es el motivo por el que, como ella misma proclamó, todas las generaciones la recordarán y la llamarán dichosa. Y así ha sido. A lo largo de la historia, esta mujer se ha convertido en “la modelo” de pintores, escultores, músicos y poetas. Si hacemos un recorrido artístico de los últimos veinte siglos descubriremos cómo la vieron y la soñaron las distintas generaciones. María, una mujer laica, se ha convertido en modelo de todos los hombres y mujeres que quieren acercarse a Dios. No en nombre de Jesús Los evangelios contienen un número importante de referencias a las mujeres. Os invito a volver a leer y meditar cinco de los encuentros y diálogos más significativos de Jesús con mujeres de su entorno: Jesús y la mujer samaritana (Juan 4,1-43) La mujer sirofenicia (Marcos 7,24-30) La mujer adúltera (Juan 8, 1-11) La mujer encorvada. (Lucas 13,10-17). Marta y Maria de Betania. (Lucas 10,38-42) (Juan 11,1-44) No hay ningún caso en que Jesús discrimine, menosprecie o estereotipe a una mujer. Por el contrario, cualquier exégesis documentada nos hablará de cómo Jesús las dignificó, las sanó y les devolvió la integridad que la sociedad de la época les había arrebatado. Reveló los secretos del Reino a un grupo de cercanos entre los que había mujeres. Se manifestó a las mujeres del alba, confiándoles el testimonio del sepulcro vacío y del triunfo de la vida. Muchas de ellas tuvieron un acceso especial y único a Jesús: lo tocaron, lo ungieron y lo besaron. Incluso, como en el caso de la mujer sirofenicia, le enseñaron que la bondad de Dios no se limita a un grupo cerrado de personas. Es como si, a través de ellas, Jesús experimentara una cercanía y una complicidad más íntima y cariñosa con el Dios a quien él llamaba “Abba”. Sin lugar a dudas, en el nombre de Jesús no se puede sostener ningún tipo de actitud que discrimine a las mujeres. No en su nombre. Una Iglesia que no acabe de entender y poner en práctica la plena participación de las mujeres no es cristiana. Difícilmente podríamos considerarnos seguidores de Jesús si marginamos implícita o explícitamente a las mujeres en una Iglesia que, por cierto, es mayoritariamente femenina. ¿Ves a esta mujer? Quizás fueran las prisas o la emoción del momento. No lo sé. Pero lo cierto es que aquel día a Simón, el fariseo, se le olvidaron las costumbres de cortesía estipuladas en su entorno cultural para acoger a un amigo. La entrada en escena de una mujer conocida en la ciudad como pecadora le brindó a Jesús la oportunidad de recordárselo: “¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies. Ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.” ¿Ves a esta mujer? ¿La ves de verdad? Es una pregunta justa y necesaria porque, admitámoslo, demasiado a menudo la mujer es invisibilizada, silenciada y ninguneada. ¿Ves a esa mujer que día tras día entrega su vida al servicio desinteresado sin pensar en reconocimientos ni premios? ¿Ves a las mujeres que llenan las iglesias y, a la vez, alzan su voz profética y comprometida en multitud de foros profesionales y culturales de nuestra época? ¿Ves a las mujeres que, en el ámbito de nuestra Provincia Marista Mediterránea, son educadoras, trabajadoras sociales, catequistas, monitoras de distintos grupos juveniles o que desempeñan cualquier otra tarea de servicio? ¿Cómo podemos entre todos, hombres y mujeres, hacerlas más visibles y construir una Iglesia de comunión que es a la vez masculina y femenina? Me parece interesante y oportuno citar aquí unas palabras de Silvia Martínez Cano, de la provincia Ibérica. Hace unos años escribió un artículo sobre el papel de la mujer en la congregación marista y concluía su reflexión diciendo: “Sin duda, el carisma de Marcelino hoy no se agota, sino que se multiplica en aquellas que son parte y esperanza del mundo, animadoras y compañeras en nuestras comunidades y líderes de caminos maristas que todavía están por explorar”. Queridas mujeres maristas de la Provincia Mediterránea: sigamos explorando juntos nuevos caminos de animación del carisma. Que María, madre y discípula, acompañe y bendiga todos vuestros proyectos. Ojalá sea ella, la Buena Madre, nuestro recurso ordinario y referencia diaria para seguir creciendo, alargando y ensanchando nuestros sueños. Un abrazo H. Aureliano García Manzanal En  Alicante, a 13 de mayo del

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