El H. Aureliano García, nuevo Hermano Provincial, se ha dirigido a los Capitulares compartiendo con ellos dos sentimientos fundamentales: el agradecimiento y la esperanza

La Casa Marista de Guardamar del Segura, en Alicante, está siendo la sede del VII Capítulo Provincial de Maristas Mediterránea, en la que un total de 30 hermanos capitulares se han dado cita para proceder a hacer balance de una etapa (la segunda bajo el liderazgo del H. Juan Carlos Fuertes) e iniciar una nueva en la que se elige como nuevo Hermano Provincial al H. Aureliano García Manzanal.

Precisamente este último se ha querido dirigir a todos los presentes en la primera parte de este Capítulo y trasladarles sus reflexiones y emociones ahora que se pone al frente de la Marista Mediterránea para, al menos, los próximos tres años. Todo lo sentido y experimentado por el propio H. Aureliano es mucho y diverso aunque, como él mismo expone, «desde la llamada del Hermano Ernesto a primeros de junio hasta hoy han pasado por mí sentimientos de todos los colores. Ahora solo quedan dos: el color del agradecimiento y el de la esperanza».

En este Capítulo se cuenta con la presencia de los consejeros generales Ben Consigli y Joao Carlos Do Prado. El Hermano Superior General, Ernesto Sánchez, se ha conectado vía internet para agradecer el tiempo y el trabajo de Juan Carlos Fuertes y para agradecer y animar al provincial entrante Aureliano García.

El nuevo Hermano Provincial ha empezado dedicando tiempo a dar las gracias; unas «gracias» que sirven también para reconocer toda la buena y profusa labor llevada a cabo por todos los hermanos y laicos en estos años anteriores:

«Me siento profundamente agradecido a Dios, a la vida, a mi familia, a mis amigos y amigas… Y sobre todo a los hermanos, a cada uno de los hermanos con quienes tengo la suerte de compartir el camino. Gracias al H. Ernesto y a su consejo por la confianza que ponéis en mí, por vuestro servicio de liderazgo y por vuestra cercanía. Gracias, de una forma muy especial, a Juan Carlos. Los que hemos tenido la suerte de estar cerca de ti durante estos últimos seis años hemos sido testigos de tu entrega, de tu creatividad y de tu pasión por la vida marista. Hago extensivo este sentimiento de gratitud a todo el consejo provincial saliente: Chano, Samuel, Javier, Goyo y Damiano. Gracias a Juan Miguel, administrador provincial, a Juan Ramón, secretario provincial, y a todas y todos los que en estos últimos años habéis asumido alguna responsabilidad. Gracias, hermanos y laicos, profesores, agentes sociales, catequistas, animadores, voluntarios, amigos y amigas que cada día sembráis con nosotros en el campo de la educación y del compromiso social».

Acto seguido, pasando al ámbito de la esperanza, el H. Aureliano ha expuesto «algunas cosas que rondan ahora por mi cabeza y en mi corazón». En concreto, las ha englobado todas ellas sobre cinco epígrafes fundamentales: 1) ¿Para quién caminas?, 2) El camino, lugar de encuentros, 3) Un par de zapatos para el camino, 4) En los márgenes del camino y 5) Vamos a la otra orilla.

  • ¿Para quién caminas?

Aquí el nuevo Provincial ha señalado lo que somos:  caminantes y buscadores de Dios, nómadas siempre con sed de una vida más honda, hermanos y compañeros de camino, educadores en continuo proceso de construcción. Ha hablado sobre la historia de un rabino que buscaba a Dios y respuestas a los porqués que angustian al ser humano, que caminamos buscando seguridades, un Dios que nos ofrezca certezas pero parece que nunca acaba de llegar esa respuesta definitiva. «Humildemente tengo que decir que también yo camino por la cuerda floja y que tampoco yo puedo ofrecer certezas indiscutibles», ha confesado, a la vez que ha invitado a darle una vuelta de tuerca a nuestras preguntas habituales: «¿Para quién son nuestros pasos? ¿Para quién vivimos? ¿Quién es aquel que da sentido a todos nuestros esfuerzos y proyectos? ¿Para quién nos levantamos cada mañana con la ilusión de construir, a través de nuestra acción educativa y pastoral, un mundo mejor? Las respuestas que podamos encontrar sobre el “para quién” siempre nos llevarán a alguien. Y alguien no es necesariamente una persona. Es el otro en sus múltiples manifestaciones, incluido aquel “Otro” con mayúsculas que nos desborda y escapa una y mil veces a las imágenes que de Él fabricamos para intentar encorsetarle».

  • El camino, lugar de encuentros

En este punto, Aureliano García ha destacado lo afortunados que son los maristas «bendecidos, diría yo. Caminamos la vida rodeados de hermanos, de niños y jóvenes que dan sentido a cada uno de nuestros pasos. Compartimos nuestros sueños con educadores extraordinarios, hombres y mujeres que vinieron para servir y no para ser servidos, y que cada día pintan las aulas de una nueva esperanza.  Nuestro mundo relacional es realmente rico«. Y en el ámbito de encuentros, de vida comunitaria y carismática, hay muchos temas que dialogar para discernir y continuar caminando, como la necesidad de hermanos (apostando claramente por la pastoral vocacional, para seguir ofreciendo al mundo un estilo de vida capaz de hacer visible al Invisible) y la vida marista laical (recorriendo el itinerario de Ser Marista Laico y avanzando en las comunidades de animación del carisma). A ello, se une el recuerdo de nuestra nítida mirada a nuestras obras educativas y sociales, apreciando su compromiso y su aportación desde una visión cristiana.

  • Un par de zapatos para el camino

«Lo nuestro no es la embriaguez del éxito, ni la conquista de la opinión pública, ni la imposición de nuestra fe o de una forma de entender el mundo. Lo nuestro es sembrar. Hacer camino. Buscamos algo distinto, pero desde la humildad». Con estas palabras, el recién estrenado Hermano Provincial ha introducido un apartado en el que quiere animar a estar abierto a un proceso de constante cambio, al tiempo que se reconoce todo lo andado, todo lo avanzando, todo el camino recorrido en definitiva; y lo cual ilustra a la perfección un cuadro de Van Gogh: «Zapatos Viejos».

  • En los márgenes del camino

Este bloque lo ha centrado en torno a la parábola del buen samaritano, acudiendo y atendiendo en esos márgenes del camino y al prójimo, sea quien sea, porque para Jesús, todos son prójimos, sin distinción de ningún tipo y rigiendo únicamente el mandamiento del amor. Ello, conjugado con la referencia al XXII Capitulo General, en el que se nos urge a ser faro de esperanza en este mundo turbulento, a ser constructores de puentes y caminar con los niños y jóvenes marginados de la vida, da como resultado el siguiente mensaje del Hermano Aureliano: «ante todo lo que acontece en nuestro mundo, los maristas nos sentimos llamados por Dios a ser palabra y gesto claro y comprometido. El don recibido no se puede esconder en la intimidad de lo privado. Más allá de las valoraciones teóricas, políticas o sociales de los acontecimientos, estamos llamados a posicionarnos al lado de las víctimas, de los que sufren las consecuencias de las guerras, los desplazamientos, los abusos e injusticias, los desastres naturales, las políticas tiránicas y opresoras, y las consecuencias de la pobreza. En todas las batallas, nuestro puesto debería de estar siempre al lado de los perdedores. Este es el credo de Jesús de Nazaret. Este es el Evangelio en estado puro. ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar?».

  • Vamos a la otra orilla

La intervención del H. Provincial ha culminado con una sencilla y directa invitación a todas las personas que forman parte de Maristas Mediterránea: «vamos todos juntos a la otra orilla. Surquemos el mar de nuestras vidas con un espíritu de superación constante». Y con unas confesiones y peticiones de nuestro querido ‘Aure’: «La palabra más bella: hermano.  La virtud más necesaria: la bondad. Dos nombres de referencia: María y Marcelino. Un sueño recurrente: que mi vida sea semilla de un mundo mejor. Una petición a mí mismo y a los demás: no tachar a nadie de la lista, contar con todos. Un deseo: que al acabar estos tres años como provincial, más allá de los aciertos o errores, podáis decir de mí: “Nos ha querido”. ¡Y otro deseo! Que me sigáis llamando Aure, que es como me llamaba mi madre».