Me llamo Elena González, tengo 26 años y vivo en Murcia, donde soy animadora y catequista de los Grupos de Vida Cristiana del colegio Marista La Merced-Fuensanta, y voluntaria en la Obra Social Marista de Alcantarilla, en el proyecto de la Ludoteca Marcelino..
Si tengo que decir qué me enganchó a lo marista en un inicio, lo primero que me viene a la mente y al corazón son los Grupos de Vida Cristiana, así como la transmisión, por parte de los hermanos que se cruzaron en mi camino, de esa entrega a los niños y jóvenes, con esa sencillez y amor tan propias del carisma marista.
Recuerdo ser sólo una niña estudiando en la Fuensanta y ver en mis animadores ejemplos de lo que yo quería llegar a ser. Me sentía en deuda con todo aquello que me habían transmitido pero sobretodo con cómo me habían hecho sentir. Y esa llamada era tan fuerte que no podía dejar de resonar en mí; así que no lo dudé y comencé a caminar desde esta opción cristiana.
Si vuelvo atrás, creo que no sabía todo lo que esta experiencia iba a suponer en mi vida. Esta labor sacudió mi vida de tal forma que me llevó incluso a replantearme mi vocación, a tratar de ver la vida y a los demás con el amor y la ternura de María, a movilizarme y darme con el ejemplo de Marcelino como referencia… Y todo esto se convirtió entonces, casi sin darme cuenta, en mi opción de vida.
Y desde esa opción, desde ese enganche, desde esa llamada a servir a los demás desde lo marista, hasta hoy, no ha habido experiencia que no me haya hecho crecer y enriquecerme como persona y creyente. Han sido muchas las experiencias vividas: convivencias, pascuas, campamentos, … Y tras cada experiencia una nueva llamada a dar algo más, a vivir nuevas experiencias como un campo de servicio en Véritas, un hogar de Cáritas con personas ex drogodependientes con SIDA, que con su testimonio supusieron un antes y un después en mi vida; el mes en San José de Chiquitos (Bolivia) con SED donde la experiencia de Dios y la oración toman un matiz diferente; o el voluntariado en la Obra Social semanalmente, que me hace estar en contacto con los favoritos de Jesús para no despegarme de la realidad que muchas personas, en este caso personitas, viven.
Es evidente que hay momentos de flaqueza y de duda, momentos en los que no ves la forma de seguir caminando, ya sea por cuestiones personales o laborales… Y en esos momentos recurro a la oración, a mi acompañante, a personas que viven y entienden esto como yo. Tengo la inmensa suerte de haberme encontrado en este camino con personas que han sido LUZ en esos tramos irregulares, en esas cuestas empinadas que a veces nos toca subir, y siempre ha habido alguien ahí, un catequista, un compañero animador, un hermano, … que de muy diferentes formas me han dado la mano y me han sostenido, que me han ayudado a restablecer la fe en lo que hago, vivo y soy.
Si hay algo que tengo claro es que mi llamada sigue siendo la de estar ahí para los demás, la de transmitir la Buena Noticia desde la experiencia y alegría del que encuentra sentido a su vida a través de la fe; la de seguir DANDO VIDA donde el Señor me lleve.
Elena González Alcázar