
H. André Delalande
14 de enero de 1918.
Flottemanville-Hague (Francia).
01 de mayo de 2021. Jbeil (Líbano).
1918 : El 14 de enero nace el H. André. Su infancia transcurre en familia.
1928 : Llamada a la vida religiosa a través de una carta-circular enviada por un hermano marista. 1929 - 1934 Hace el juniorado, postulantado y noviciado en Bairo, cerca de Turín (Italia).
1934 : Acabado el noviciado, con 16 años, llega a Amchit, en el Líbano.
1936 -1946 Profesor en Jounieh. 1946 -1947 : Director de Jounieh.
1947 - 1951 : Segundo noviciado y profesor del escolasticado en Saint-Genis-Laval. Completa sus estudios universitarios en Lyon.
1952 - 1959 : Profesor, subdirector y luego director en Jounieh. En 1958 Recibe la Médaille des Connaissances, primer grado, de manos del presidente de la República Libanesa.
1959 - 1965 : Profesor en Alepo. Estudia exégesis en la Escuela bíblica de Jerusalén (en los veranos).
1965 - 1969 : Es nombrado Provincial.
1969 - 1977 : Profesor en Champville.
1977 - 1978 : Pasa un año en Rmeyleh
1978 - 1980 : Director en Damasco.
1980 - 2021 : Misiones varias en Jbeil. En 2002 el gobierno francés le condecora con las Palmas Académicas.
1 mayo 2021 : Descansa en la paz del Señor a los 103 años de edad y 87 de vida religiosa.
EL HERMANO
Primogénito de una piadosa y numerosa familia cristiana, Jean-Baptiste Delalande nació el 14-01-1918 en Flottemanville-Hague, cerca de Cherburgo, en Normandía, al norte de Francia. Murió apaciblemente el sábado 01-05-2021 a la edad de 103 años en Jbeil (Líbano) mientras dialogaba con los Hermanos de su comunidad reunidos en torno a su cama. Llevaba más de 40 años ejerciendo su apostolado marista en esta ciudad, conocida también como Biblos.
Queremos contribuir a dar gracias al Señor por los dones que el Espíritu Santo concedió al H. André, en particular el don de inteligencia, el de ciencia espiritual y el de piedad.
El don de inteligencia se hizo manifiesto desde su adolescencia. En 1929 llegó a Bairo, cerca de Turín, y durante cinco años, además de su gran éxito escolar, supo discernir su vocación, adherirse a ella y comprometerse hasta el final de su noviciado, en 1934. Era costumbre entre los neoprofesos adoptar un nombre nuevo y, desde entonces, Jean-Baptiste será conocido como el H. André. En 1934, con 16 años, llegó al Líbano formando parte de un grupo.
Este don de inteligencia se desarrolló ampliamente durante los dos años en Amchit, a través de cursos académicos, religiosos y maristas. Pero, paralelamente, el H. André cultivaba con ardor su espíritu a través de numerosas y variadas lecturas complementarias, que asimilaba con rapidez y retenía durante mucho tiempo.
Después de estos dos años, y mucho antes de obtener un título universitario, en 1936 fue destinado al colegio marista del Sagrado Corazón, en Jounieh. Allí, a los 18 años, y durante los diez primeros años de su larga carrera, fue profesor de religión, literatura francesa, historia, geografía y filosofía en Secundaria. Más tarde, el H. André ejerció también, durante ocho años (1969-1977), funciones similares durante los primeros tiempos de Champville.
Sus clases estaban preparadas con esmero y bien documentadas. Siempre de pie, con sus hojas en la mano, delante de la pizarra, el H. André, con mirada benévola, mantenía muy buena relación con todos sus alumnos. Su lenguaje era adaptado, claro y metódico, con una gran facilidad de palabra y un talento excepcional para saber presentar y contar, interesar y asombrar.
Y así fue durante toda su vida.
Ciertamente el H. André fue un hombre excepcional.
... HACIENDO MEMORIA
El don de ciencia espiritual lo desarrolló sobre todo durante los meses de verano, cuando tenía entre 45 y 47 años. Pasó seis meses intensos en la célebre Escuela Bíblica de Jerusalén, con grandes expertos : los padres dominicos. Desde entonces, el H. André se convirtió en un especialista en interpretación de la Biblia en el Próximo Oriente. Se mantenía constantemente actualizado mediante la adquisición de libros recientes de diversos autores sobre el tema.
Buen conocedor del Antiguo Testamento, había memorizado prácticamente todo el Nuevo Testamento : Evangelios y Epístolas; podía citar de memoria las referencias exactas de capítulos y versículos, tanto en las clases de religión y de formación marista como en sus respuestas escritas e incluso en conversaciones de carácter religioso.
Don de piedad del Espíritu Santo. Estamos ante un intelectual de talla, muy cercano a los textos y a sus explicaciones, tocado por la gracia evangélica de Jesús, dulce y humilde de corazón, a quien encontraba íntimamente en la misa matinal, en los salmos del oficio comunitario, en las horas de adoración personal en la capilla, en compañía de María contemplando los misterios de Cristo en el rosario diario. Este encuentro del H. André con Jesús se reflejaba en todas sus relaciones humanas, a través de la sencillez de su temperamento, su humor jovial y su inagotable sonrisa. El H. André, dotado de una vasta cultura, se sentía siempre a gusto con personas de cualquier edad y condición.
Como religioso, el H. André vivía la cercanía y la presencia, tanto con adultos y jóvenes como con enfermos y niños; irradiaba un corazón pacífico y bondadoso, que se manifestaba en su habitual cordialidad en las relaciones.
Una persona que conoció bien al H. André nos envía el siguiente testimonio :
Querido hermano,
Tuve la suerte de trabajar contigo durante 25 años; desde que cumpliste los cien, parecías disculparte cada día cuando decías sonriendo: "¡Gracias, Dios mío, por haberte olvidado de mí!”
Tu gran inteligencia te permitía estar tan a gusto con los "grandes" como con los "pequeños", tu sencillez seducía; tu erudición y tu humildad despertaban admiración.
Siempre estabas sonriente, siempre acogedor, siempre feliz de acompañar con amabilidad y benevolencia a quienes encontrabas. ¿Cuántas tesis, disertaciones, poemas y cartas has corregido o reescrito? Eras feliz acogiendo cada día a los niños en el patio del colegio, firme y erguido, junto a la imagen de la Buena Madre, hiciera el tiempo que hiciera, y dando un saludo de bienvenida a todos, para que se sintieran únicos: "¡Ya sale el sol!". Y eso que tú estabas ya levantado desde las 4 de la mañana y habías barrido la entrada de la capilla antes de que llegaran los vecinos para asistir contigo a la celebración.
Las visitas al yacimiento arqueológico de Jbail eran todo un acontecimiento: los jóvenes que te acompañaban nunca lo olvidarán. Caminabas a tu ritmo y había que esperar cuando la gente te saludaba al atravesar la ciudad; personas que se sentían muy orgullosos de haber sido tus alumnos. Luego, comentabas cada detalle del yacimiento de tal manera que los jóvenes se sentían como transportados al siglo y a la época que describías.
Has sido un amigo fiel y servicial. Y para celebrarlo, nunca faltaban dos dedos de whisky, Camembert, chocolate y Calvados. Gracias, hermano.