H. Francisco García Torrientes

02 abrl, 1942. Quintanapalla (BU)
06 enero, 2023. Jaén.

1942-54: nace en Quintanapalla (Burgos) y permanece con su familia.

1954: en Septiembre entra en el juniorado de Arceniega.

1959: en Septiembre ingresa en el noviciado de Maimón. Septiembre de 1960: Primera profesión en Maimón.

1965: Bachillerato en Sevilla.

1966: Profesión Perpetua en Ogíjares (Granada).

1967: Licenciatura en Ciencias Biológicas en Córdoba.

1984: segundo noviciado en El Escorial (Madrid).

1962 -2017: varios destinos: Málaga, Villanueva del Río, Bonanza, Córdoba, Jaén, Sevilla, Granada, Priego de Córdoba, Murcia, Alicante.

2008: Jubilación.

2008-2013: Alicante.

2013: 2017: Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

2017- 2023: Jaén.

06 Enero 2023: El Señor lo llamó en Jaén a la edad de 80 años y 62 de vida religiosa.

EL HERMANO

El hermano Francisco García Torrientes fue un gran amante de la naturaleza. Vivía la naturaleza, la sentía, gozaba con ella y sufría cuando se la maltrataba. Cada vez que podía, salía al campo a pasear o a hacer senderismo. Disfrutaba en la montaña oyendo el canto de las aves y viendo los nuevos brotes en las plantas que anunciaban la primavera. Nada tiene de extraño que procurara alimentar a los pájaros y palomas en las ciudades donde vivió, o que facilitara comida a algunos animales domésticos abandonados. Además, en los lugares por donde pasó se encargó de atender las plantas de la casa, macetas y jardines. El jardín botánico de Villa Onuba fue para él un lugar de encanto; cada vez que podía, hacia allí se dirigía, ya fuera acompañando a profesores del colegio de Sevilla o a la comunidad.
De hecho, la última acción que llevó a cabo en vida estuvo relacionada con la ecología y la naturaleza. En Jaén se comprometió a reciclar el material de desecho de la comunidad. Cuidadosamente clasificado, bajaba todas las tardes a los contenedores del ayuntamiento los vidrios, plásticos, residuos orgánicos, etc. El 6 de enero de 2023, como hacía siempre, se dispuso a cumplir este cometido. Nada más cruzar la calle, de pronto, se sintió mal. Dejó las bolsas en el suelo y se dirigió a un banco situado a solo unos metros. Se tumbó en él, tal vez, con la esperanza de que se le pasara un supuesto desvanecimiento, pero no fue así. En ese mismo instante se le produjo un paro cardíaco que acabó con su vida.
Frente a actuaciones de las que no era partidario, no dudaba en utilizar un lenguaje cáustico. De carácter algo reservado y tímido, en ocasiones, exteriorizaba sin disimulo un trato difícil y excluyente y, otras veces, se mostraba distante y frío. Sin embargo, con los amigos era cercano y entrañable. Con ellos siempre tenía una palabra amable y un gesto de cariño; los felicitaba en su cumpleaños y ‘reprochaba’ a aquél que en su onomástica se había olvidado de llamarle.
Al mismo tiempo, aparecía como luchador: no se desanimaba fácilmente cuando se había propuesto una meta. Honrado y responsable en los cargos que desempeñó, gozó de la confianza de sus superiores, pues procuraba que los asuntos a él encomendados salieran lo mejor posible. En el aspecto religioso, su vida era irreprochable; puntual siempre en la oración y en los demás ritmos comunitarios.
Detrás de un hombre sencillo y trabajador, se escondía una persona muy válida intelectualmente; nunca exteriorizaba ni alardeaba de sus muchos conocimientos en la materia que impartía: la Bilogía. Como buen profesor, preparaba bien las clases y no escatimaba esfuerzos en corregir exámenes y en revisar los trabajos de sus alumnos.

 

... HACIENDO MEMORIA

Se mostró siempre muy respetuoso y delicado en el trato con las muchachas y las mujeres. En cierta ocasión se le acercó un grupo de chicas, simplemente, para saludarlo. El hermano se sintió tan violento con esta forma de expresión de afecto que no pudo evitar ruborizarse. Sin duda, ese gesto era también una expresión más de su timidez.
Málaga fue su primer destino en los colegios. Tenía entonces 20 años. Allí se le encomendó la tarea de profesor. Por aquel entonces, año 1962, el número de hermanos era elevado y la ubicación en habitaciones individuales no siempre resultaba fácil por falta de espacio. El hermano Torrientes hubo de instalarse, quizás por aquello de ser joven y recién llegado, en una sala, donde también dormía otro hermano, sin más intimidad y aislamiento que la que podía garantizar un simple biombo. En estas condiciones compartieron ‘habitación’ ambos hermanos durante seis meses. Paco jamás se quejó por tan precario lugar y asumió la situación con toda normalidad.
En la que fue Provincia Bética, según el parecer de algunos, había una doble distribución de los hermanos: por una parte, estaban los ‘de colegio’ y, por otra, los ‘pastoralistas’. A Paco le encantaba formar parte de los primeros y alardeaba de ello. Y, como tal, se sintió. De ahí que, a veces, mostrara hacia los ‘pastoralistas’ un lenguaje áspero, en ocasiones poco prudente y también, quizás, sin medir bien alcance de sus palabras. Sin embargo, mientras tuvo cargos de responsabilidad, hizo esfuerzos por facilitar la buena marcha de la tarea pastoral y favorecer su animación. A pesar de esta disparidad de criterios de la labor colegial, las posibles discrepancias que pudieran surgir no desembocaron, por su parte, en conflicto.
Más aún, el hermano Paco supo usar estas diferentes perspectivas, estas divergencias de opinión, para animar la vida de comunidad con sus chascarrillos y rasgos de humor e ironía, que también los tuvo. Por eso, los hermanos del otro bando, los ‘pastoralistas’, reían sus ocurrencias, que las consideraban graciosas.
A pesar de su frecuente frialdad en el trato, supo exteriorizar, no obstante, su agradecimiento cuando veía que los padres de alumnos, hermanos, profesores, etc. colaboraban en aquello que él había organizado y en lo que se había implicado como responsable.

La austeridad para consigo mismo fue una norma que hizo suya, aunque, a veces, también la impuso a los demás. Otro tanto cabe decirse respecto a la pobreza. Cuando alguien no hacía ostentación de lujo decía: «Ése es tan pobre como yo». Su forma habitual de vestir era sencilla e informal. Por lo que se refiere a la comida no se mostraba exigente. A pesar de que, por su condición de diabético, requería un régimen de comida especial, rara vez lo exigía y tenía la voluntad suficiente para privarse de los dulces cuando no debía tomarlos.
El recuerdo que dejó en la ciudad de Sevilla durante su etapa de director del colegio marista fue imborrable para muchas personas. Prueba de ello es que, cuando se celebraron allí los funerales por su eterno descanso, acudió un nutrido grupo de seglares. Los comentarios más frecuentes hacían referencia a sus cualidades de fiel amigo y de buen hermano marista.
El hermano Paco hizo del compromiso un deber; el deber lo transformó en virtud y esa virtud no fue otra que la sencillez.

TODO A JESÚS POR MARÍA, TODO A MARÍA PARA JESÚS

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