SEGUIRÁS DANDO FRUTO

«Mis ojos han visto a tu Salvador;
lo has colocado ante todos los pueblos
como luz para alumbrar a las naciones» (Lc. 2, 30-32)

A los hermanos mayores de la Provincia Mediterránea

Como cada dos de febrero, hoy celebramos la jornada de la vida consagrada. En esta ocasión el lema elegido evoca movimiento e itinerario esperanzado.  Comienza con un verbo en gerundio que indica una acción ya en marcha como esencia de un proceso que nunca acaba: “Caminando en esperanza”. Es una invitación implícita a la confianza en el Dios que da sentido a nuestras vidas y a profundizar en la llamada que originó, hace ya tantos años, que nos pusiéramos en camino. Os invito a celebrar esta jornada con un sentimiento de agradecimiento y en el contexto del Año de las Vocaciones Maristas.

Por supuesto que al pensar en los dos acontecimientos que acabo de mencionar, pienso en todos los hermanos. Pero hoy me gustaría dirigirme de una manera muy especial a vosotros, queridos hermanos mayores. Os digo por qué. Muy a menudo pienso en mi propia vocación como un regalo, como una herencia que sigue siendo transmitida y entregada de generación en generación. A este respecto, me parece elocuente la parábola de los talentos: lo regalado adquiere dinamismo y vitalidad cuando se mejora y se multiplica. A eso habéis dedicado vuestra vida, hermanos. Y lo seguís haciendo. Los que por cuestión de edad venimos por detrás hemos recibido el testigo de vosotros. ¿Cómo no vamos a sentirnos agradecidos si nos habéis hecho llegar la esencia de una vocación que está marcando definitivamente nuestras vidas?

Soy consciente de los condicionantes y limitaciones que trae consigo el envejecimiento. A medida que pasan los años sentimos cómo nuestro cuerpo se debilita a la vez que la vitalidad psíquica y la memoria disminuyen. Sin cerrar los ojos a la evidencia, quisiera poner el foco sobre otra realidad igualmente innegable: la ancianidad es una bendición, un signo visible de la bondad del Dios que es fuente de vida y una vida en abundancia. Es una etapa más en nuestro itinerario vocacional y también en ella estamos llamados a crecer espiritualmente y seguir dando frutos.

Marcelino Champagnat, en su empeño de seguir a Jesús, fue definiendo un estilo de vida que tomó cuerpo en la primera comunidad marista de La Valla. Desde esa humilde casa medio en ruinas hasta nuestros días, el carisma marista ha ido multiplicándose y evolucionando. Vosotros nos habéis entregado ese legado enriquecido con vuestras vidas y vuestra visión del mundo. Esta es la lógica del Dios presente en la historia humana que, como en la parábola de los talentos, pide siempre una dinámica de crecimiento.

Caminando en esperanza

La liturgia de hoy, fiesta de la Presentación del Señor, nos ofrece a Simeón como emblema de la esperanza. Con el paso de los años este anciano ha visto cómo aumentaban en su cuerpo el número de cicatrices y se acumulaban también más decepciones y desengaños en su alma. Pero nunca perdió la esperanza de cumplir sus sueños hasta que aquella mañana, cogiendo al niño en sus brazos, exclamó: “Mis ojos han visto a tu Salvador” (Lc.2,30).

Cuando el niño y el anciano salen en la misma foto el futuro comienza a fluir con naturalidad y la esperanza acaba siendo la compañera habitual en el camino. Algo así sucede con el legado de la vocación marista. Armonizar nuestro pasado con nuestro presente nos abre a un futuro nuevo y enriquecedor. Y en este ámbito vosotros, hermanos mayores, tenéis mucho que aportar. Como Simeón, si acogemos en nuestros brazos y en nuestro corazón lo nuevo que está naciendo, descubriremos otra mirada y seremos capaces de exclamar: “Mis ojos han visto a tu Salvador”.

Vivimos en una sociedad que mitifica la juventud y el tiempo presente. Como Peter Pan, no quiere ser adulta y oculta las arrugas como si no fueran estas una expresión genuina de la belleza de una vida madura. De esto trata el libro “Convertire Peter Pan. Il destino della fede nella società dell’eterna giovinezza”, de Armando Matteo. Yo lo tengo en italiano y desconozco si está traducido a otros idiomas. El último párrafo del libro dice así: “Es nuestra alegría el antídoto y la vacuna contra el individualismo radical que hoy aflige y crucifica al mundo. Es nuestra alegría de adultos y de creyentes, felices de serlo, el movimiento justo para convertir a Peter Pan de su ilusión de un solitario goce infinito. En verdad, solo quien ama disfruta, solo quien sabe hacer feliz disfruta, solo quien da disfruta”.

Abiertos a la novedad

Hoy hace justo dos años, la Pontificia Academia para la Vida publicó un documento con un título realmente sugerente: “La vejez, nuestro futuro”.  Hace una reflexión interesante sobre la situación de los ancianos después de la pandemia y su valioso aporte a la sociedad. Tras su lectura, es fácil comprender que la ancianidad y la novedad no tienen por qué estar reñidas.

Cada uno de nuestros capítulos generales, capítulos provinciales y asambleas se hacen eco de nuevas llamadas y nos recuerdan que el carisma y la vocación marista son realidades dinámicas, evolutivas, en continuo crecimiento. Durante los últimos años hemos escuchado expresiones como: familia global, faros de esperanza, hogares de luz, internacionalidad, comunidades mixtas y comunidades inter-congregacionales, responder audazmente a las necesidades emergentes, comunidades de animación del carisma, constructores de puentes, etc.

Estar abiertos a la novedad es también un signo de madurez. La madurez de quien sabe que no está todo descubierto, que no está todo dicho, que la plenitud no se alcanza solo con nuestras aportaciones, que la revelación del Dios de la historia sigue en marcha. Estar abiertos a la novedad, queridos hermanos mayores, es una aportación preciosa que vosotros podéis hacer a la Provincia Marista Mediterránea. 

Vocación de hermano

Desde el 20 de mayo de 2022 estamos celebrando el Año de las Vocaciones Maristas. Lo cerraremos oficialmente el 6 de junio de 2023. En todo el Instituto, y también en nuestra provincia, hemos puesto en marcha numerosas iniciativas encaminadas a “cuidar y generar vida marista”. Cada uno desde su situación personal puede contribuir a acercarnos a este objetivo. Todos estamos llamados a participar en este esfuerzo común y a dinamizar la vocación marista en un sentido amplio.

Por otra parte, en nuestro último capítulo provincial, surgía la prioridad de fortalecer la pastoral vocacional y específicamente la vocación a la vida consagrada. Lo expresábamos así: “Despertar en los jóvenes la vocación de hermano”. Y hablábamos de apostar por una vida comunitaria acogedora, de provocar encuentros profundos con las personas y especialmente con los jóvenes, de la oración, de hacer propuestas concretas y transformadoras en este ámbito. A esta prioridad estamos dedicando personas, equipos y tiempo. Cada comunidad y cada hermano está llamado a poner lo mejor de sí mismo. A estas alturas creo que todos somos conscientes de que la mejor pastoral vocacional es el ejemplo de nuestras vidas.

Me habéis oído decir alguna vez que no creo que haya algo más inspirador para un joven que conocer a un anciano feliz y compartir con él. Las redes sociales están llenas de ejemplos que lo confirman. Hay numerosos casos de vídeos e historias de personas mayores que se han hecho virales en internet porque transmiten autenticidad y contagian su felicidad, o porque llevan a cabo tareas o proyectos llenos de energía y vitalidad. De alguna manera, un hermano mayor feliz es la confirmación de una vida plena, de una vocación auténtica y llena de sentido. ¿No es esto precisamente lo que buscan los jóvenes? Vuestra vida, hermanos, está llamada a generar nueva vida. ¿Podemos encontrar la manera de compartir más con los jóvenes, desde la naturalidad y la sencillez?

Seguirás dando fruto

El salmo 92 nos invita a una esperanza enraizada en el Dios de los designios profundos. Es bueno darle gracias, proclamar por la mañana su lealtad y de noche su fidelidad. Confiando en su promesa el honrado florecerá como palmera, como un cedro del Líbano, y en su vejez seguirá dando fruto.

Este es el tiempo de la esperanza y de la fe. Sí, conocemos nuestras debilidades y carencias. Somos conscientes de nuestra edad y de que el número de hermanos disminuye y nos obliga a un proceso de reestructuración que supone, entre otras cosas, reducir el número de nuestras comunidades. Quizás precisamente por esto nos sentimos llamados, más que nunca, a dar frutos de vitalidad, a ser creativos y responder audazmente a las necesidades emergentes.

Más allá de las estadísticas y proyecciones de futuro, nuestros ojos están puestos en el Señor. Por eso, “aunque la higuera no florezca ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo y los campos no produzcan alimentos; aunque en el redil no haya ovejas ni vaca alguna en los establos; aun así, yo me regocijaré en el SEÑOR. ¡Me alegraré en el Dios de mi salvación!” (Habacuc 3:17-18)

Con la Buena Madre como compañera de camino, seguiremos creciendo en fidelidad a nuestra vocación de hermanos.

Junto a mi cariño y agradecimiento a cada uno de vosotros, recibid un abrazo grande y fraterno.

H. Aureliano García Manzanal

En  Alicante, a  2 de febrero del 2023