Saludo del H. Provincial con motivo de esta efeméride con la que conmemoramos el nacimiento de San Marcelino Champagnat

El H. Juan Carlos Fuertes transmite su mensaje por el Día de la Buena Madre desde Roma

Nos encontramos en Mayo, el Mes de María, un tiempo en el que celebramos en torno a esta figura materna y, en concreto, en el que conmemoramos el 20 de Mayo el Día de nuestra Buena Madre. Este año 2020, con motivo de la situación excepcional que ha provocado la propagación del COVID19, se vive la jornada de manera especial.

A este respecto, el Hermano Provincial de Maristas Mediterránea, Juan Carlos Fuertes, que se encuentra pasando el confinamiento por la pandemia del coronavirus en Roma, ha querido enviar un mensaje de celebración basado en el reconocimiento y agradecimiento a todas las personas que conforman la gran familia marista. Detallamos, a continuación, el contenido en texto de lo que transmite en su vídeo:

“¡Hola a todos!

20 de mayo de 1789.

Nace Marcelino Champagnat en una Francia en Revolución. La época que vivió Marcelino fue un tiempo de grandes cambios sociales, económicos, religiosos… Y ahí, en medio de ese momento histórico complicado, él es capaz de hacer su contribución para crear una sociedad más fraterna con sus sueños, sus capacidades, sus ideales… María, nuestra Buena Madre, fue su apoyo en todo momento.

20 de mayo de 2020.

Llevamos viviendo más de dos meses en unas medidas especiales por la pandemia de COVID-19. Se vaciaron las calles, los comercios, los museos… Hemos estado en nuestras casas sin salir, sin ver a nuestros seres queridos, sin poder abrazar a nuestros amigos y familiares.

Las obras educativas fueron las primeras en cerrar. Así, nuestros colegios, obras sociales, actividades pastorales, etc perdieron su alegría, su fuerza, su vida… ¡Pero solo aparentemente! No nos imaginábamos que una situación así pudiera venir. Tampoco nos imaginábamos cuál sería nuestra repuesta. Profesores, hermanos y laicos, padres, personal de administración y servicios, catequistas y animadores, scouters, educadores y voluntarios, entrenadores… habéis dado lo mejor de vosotros mismos en este tiempo para poneros al servicio de nuestros niños y jóvenes.  Con vuestro trabajo constante, con vuestra creatividad, con vuestro compromiso… con vuestras muchas horas, habéis sabido cuidar de nuestros niños. Quiero tener un recuerdo especial hacia los hermanos: por el trabajo que habéis seguido haciendo, intentando facilitar, coordinar, apoyar directa o indirectamente cada obra, cada proyecto y a sus equipos directivos.

Tampoco nos imaginábamos la respuesta de nuestros niños y nuestros jóvenes. Vosotros nos habéis mostrado vuestra gran capacidad de adaptación, vuestra aceptación de la situación (sea cual sea), vosotros nos habéis enseñado que la dificultad se vence siempre con fuerza y con alegría, vosotros habéis actuado desde la colaboración en todo momento. Con vosotros, todo ha sido más fácil.

A todos vosotros os quiero transmitir mi aprecio y mi agradecimiento, en nombre propio y en nombre de todos los que formamos esta familia marista de Mediterránea.

Y ahora, ¿para el futuro hay esperanza?

Dice el Papa Francisco: «Podemos tener tantos problemas, tantas dificultades, pero cuando nos encontramos ante un niño nos surge dentro una sonrisa, la simplicidad, porque nos encontramos ante la esperanza: ¡un niño es la esperanza!»

En estos meses nos hemos dado cuenta de que todo está conectado, que lo que ocurre en una ciudad a la otra parte del mundo, tiene consecuencias en nuestra propia casa. También nos hemos dado cuenta de que podemos generar ambientes seguros y saludables a nuestro alrededor, si actuamos desde el cuidado a los demás.

Además, en estos meses hemos inventado nuevos caminos para educar, para relacionarnos, para cuidarnos, para hacer deporte, para hacer pastoral… para anunciar el evangelio de Jesús. Podríamos decir que hemos ido más allá de los límites de que nos era ya conocido, que hemos atravesado las fronteras de lo que ya sabíamos, que hemos sido más universales, porque para los maristas todas las diócesis del mundo entran en nuestras miras (como diría Marcelino).

La esperanza de Marcelino era un mundo de fraternidad. A ello dedicó todas sus fuerzas. Hoy, en este mundo donde todo está conectado, ¿seremos capaces de inventar nuevos caminos de evangelio, nuevos caminos para cuidar los unos de los otros, nuevos caminos para ser hermanos, nuevos caminos de fraternidad?

Juntos lo hemos conseguido. Juntos lo conseguiremos. María, nuestra Buena Madre, será nuestro apoyo en todo momento.

¡GRACIAS por caminar juntos, por seguir haciendo hoy realidad el sueño de Marcelino!

Un abrazo grande, muy grande para todos”.